Algunas de estas moléculas han mostrado resultados muy notables en ratones para prevenir los efectos nefastos de la obesidad: síndrome metabólico, diabetes, dolencias cardiovasculares, infartos, cáncer y enfermedades neurodegenerativas. Si la vejez es una enfermedad, pasar hambre es lo más parecido a un tratamiento que tenemos para ella. Y el resveratrol aspira a convertirse en una alternativa, o al menos un complemento, a la vida sana y aburrida. El resveratrol está calificado en la literatura técnica como un “mimético de la restricción calórica”. Algo tan bueno como pasar hambre, y sin pasarla. El último truco contra el imperativo teológico de que hemos venido a este mundo a sufrir. (Más)
Foto: Consuelo Bautista
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