
Como pesimista no cree en grandes valores ni en posteridades absolutas, como ser vivo, como hombre comprometido con el mundo, apuesta por el cambio, por la acción, por la continua y necesaria rebeldía...
Se enamora, se desespera, trabaja, opina, acciona, pero en lo íntimo de su corazón hay siempre un velo morado de desesperanza.
El pesimista icárico Luis A. de Villena/El Mundo, miercoles 30 de diciembre de 2009
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