martes, 10 de noviembre de 2009

La monja y las teorías de la conspiración.

Ciertamente, la teoría conspirativa es el talón de Aquiles del vídeo de Teresa Forcades y, aunque ella misma se arrepiente de su comentario, es evidente que le resta credibilidad. Pero si el propósito del artículo era defender la razón científica, el resultado ha sido en parte fallido. El artículo ha actuado como un bumerán contra el diario y ha reforzado a Forcades en el papel de heroína, al que ahora puede añadir además el de víctima. Y no ha contribuido a aclarar el principal enigma de este caso: ¿Por qué, a pesar de sus debilidades, el vídeo ha tenido tanto éxito? ¿Por qué Teresa Forcades sigue teniendo tantos y tan cualificados defensores? Sus extraordinarias dotes para la comunicación -53 minutos de monólogo en plano corto- y la serena convicción que transmite han podido contribuir, sin duda. Pero hay algo más.

La razón de su éxito estriba precisamente en la parte científica de su discurso, aquella en la que expresa dudas y críticas a la gestión de la gripe A. El vídeo se ha convertido en la voz disidente frente a un discurso oficial que se ha impuesto, como un pensamiento único, por encima de dudas razonables, y que ha ahogado las voces que criticaban, por alarmista y onerosa, la gestión de la pandemia.


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