Hay pocos negocios tan rentables como una farmacia en un sitio de veraneo. Pareciera que en vacaciones afloraran todos nuestros males. Solo una paradoja así puede explicar la interminable cola de la farmacia de Sant Ferran de ses Roques, en Formentera. Allí, entre Aspirinas y cremas solares, está desde hace más de una década Josep-Lluís Ribas Castelló, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde de la botica nacional. El hombre que se pone la bata blanca por la mañana y la camisa de lentejuelas doradas por la noche para convertirse en uno de los símbolos de la noche de la isla: DJ Pharma.
A las sesiones de Pharma, conocidas como Flower Power, la gente llega disfrazada de los sesenta para escuchar a Boney M, grupo aún capaz de animar a una abuela y a una nieta a bailar juntas en la plaza de un pueblo sin morir de vergüenza. Toda la iconografía floreada se despliega en una isla que fue reducto de ese hippismo que ahora se reduce a caricatura, con pelucas, cintas en el pelo, petos acampanados y estampados psicodélicos; como apunta un veterano veraneante de la isla: "El rito sin el mito".
DJ Pharma es un espectáculo en sí mismo y verle bailar sobre el escenario, una inyección de alegría para el alma cuya fórmula consiste en una mezcla básica de ritmos simples y mucho, muchísimo desparpajo.
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