lunes, 16 de abril de 2012

Joan-Ramon Laporte en: "Enganchados a las píldoras..."


—¿Somos un país pastillero?, le pregunto a Joan-Ramon Laporte, director del Instituto Catalán de Farmacología y responsable de Farmacología del hospital Vall d’Ebron, de Barcelona.

Sí, por ejemplo, consumimos el doble de benzodiacepinas (para combatir el insomnio y la ansiedad) que EE UU, un país muy pastillero, responde.

—¿Y cómo se explica esa particular adicción?

Por las promociones de la industria. Con sus campañas influyen sobre los médicos, farmacéuticos y usuarios. También actúan en el terreno de la política.

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—¿El Gobierno no decide pese a que fija el precio máximo de los medicamentos?

La determinante en el mercado es la industria farmacéutica porque influye mucho sobre todos. Presiona a los Gobiernos, induce a los médicos y farmacéuticos a dispensar determinados medicamentos y organiza y sufraga a asociaciones de pacientes y sociedades médicas para que a su vez presionen a los demás actores. En este país, tenemos la más amplia oferta de medicamentos de Europa, 12.680 especialidades farmacéuticas. Cuando, según la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, para abordar la totalidad de los problemas de salud en atención primaria bastaría con unos 400 medicamentos. El problema es que la Administración central financia cualquier tipo de fármaco, sin distinguir entre los que suponen una aportación provechosa y los que no.

—¿Y por qué?

Laporte mira con un punto de extrañeza e incomodidad por tener que exponer lo que considera una obviedad. “Porque, como usted sabe, los laboratorios tienen un enorme poder”, responde para, a continuación, enumerar casos en los que las multinacionales han tenido que abonar indemnizaciones millonarias por haber ocultado contraindicaciones de sus productos. Él forma parte de la plataforma médica NoGracias que rechaza informarse a través de las compañías farmacéuticas. Y es que el Estado ha hecho dejación de dos tareas cruciales: la investigación clínica, hoy promovida por la industria, y la formación continuada de los médicos.

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