Bioibérica se atraganta con El Comprimido
Como muchos recordaréis, hace unos años un laboratorio de cuyo nombre no quiero acordarme, denunció judicialmente a Joan Ramón Laporte por criticar en un artículo del Butlletí Groc su, entonces, producto estrella. Ni que decir tiene que el laboratorio en cuestión perdió el juicio (sin segundas) reforzó la figura de Laporte y la institución que representa y dejó a los denunciantes con dos palmos de narices. Casos similares a éste los han sufrido el National Institute for Health and Clinical Excellence o publicaciones que ondean la bandera de la independencia, como es el caso de Prescrire.El escenario, es siempre parecido: un artículo crítico con el expediente científico-técnico del medicamento en cuestión (por no haberse acreditado suficientemente la seguridad y/o eficacia del medicamento en cuestión o por ser discutible su lugar en la terapéutica). Y un laboratorio que olvida que la seguridad de los pacientes es lo primero y se ve zaherido en sus intereses económicos, poniendo en marcha toda una batería de maniobras, sutiles o nada sutiles, para acallar cualquier discrepancia de la verdad única que intenta imponer por tierra, mar y aire.
A menudo, en este blog hemos defendido que hay cierta industria farmacéutica que está llamada a extinguirse. Lo que ha hecho Bioibérica a cuenta de la denuncia a Ib-Salut no es ajeno a este vaticinio, ya que constituye una descomunal torpeza que, a buen seguro, ya estarán lamentando: han conseguido poner en el candelabro unos fármacos, polémicos desde su comercialización, que no están financiados en la mayoría de los países de nuestro entorno, como bien nos recordaba Marisol Galeote hace unos días.
Y no lo están porque, a día de hoy, no hay pruebas ni remotamente concluyentes de su eficacia. España, continúa siendo diferente. Pero a esto, dedicaremos otro post. Mientras tanto, da pena, mucha pena, leer en la prensa local (la nacional y la profesional aún a lo suyo, el cuarteto de cuerda) los entresijos de este caso. El argumento utilizado por Bioibérica para judicializar un debate que jamás debió salir del entorno científico-técnico es de tal debilidad que provocaría una sonrisa burlona si no fuera por lo artera que ha sido la maniobra. No está bien jugar con el pan de los demás, ni sus derechos, en un intento de rectificar por las bravas las conclusiones u opiniones que creemos lesionan nuestros intereses. El debate científico-técnico tiene sus propias reglas y en Bioibérica no han sabido o querido respetarlas.
Este es el motivo último por el que la comunidad sanitaria presente en Internet ha reaccionado frontalmente a lo sucedido, causando al laboratorio denunciante un daño de imagen mucho mayor que el artículo que originó todo este embrollo. De nada le han servido las nefastas experiencias de otros laboratorios que hemos apuntado al inicio de esta entrada, en un magnífico ejemplo de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. A estas alturas de la historia a Bioibérica le queda aún una honrosa salida: retirar la demanda, pedir excusas por las molestias y presentarnos las pruebas de que los condroprotectores -denominación producto de un brillante marketing- merecen continuar siendo financiados por la sanidad pública española. En caso contrario, no nos quedará más remedio que pensar que esto más que una escandalosa metedura de pata, ha sido un premeditado acto de matonismo.
Gracias Carlos por el atrevimiento/osadía de nuestra parte...
Y, para cerrar...
El Comprimido es Cecilia Calvo. Alguién a quien apreciamos y valoramos en todo su profesionalismo.
Con ella compartimos Mesa en el II Congreso de la Blogosfera Sanitaria (II CBS) donde, junto con Asun Rosado, hizo excelente presentación de la iniciativa colectiva (estos días de aniversario) "MiVidaSinTi".
Con ella todos hacemos "piña" en este momento...
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