Internet ha llegado a la consulta. Lo avala el hecho de que el 80% de los internautas españoles busque en la red información sobre salud, según una reciente encuesta de Pfizer, con respuestas de 1.011 personas de 22 a 55 años. Otro estudio de la misma farmacéutica, con 2.800 médicos, señala que el 48,50% de los facultativos cree que internet influye negativamente en los pacientes.
Y, lo último, un artículo en Journal of Medical Ethics con 405 residentes del Hospital Universitario de Rouen (Francia) acaba de analizar el impacto en la relación médico-paciente de la actividad del doctor en Facebook. El estudio recomienda no agregar a pacientes como amigos, como el 85% de encuestados ya hacía, rechazando toda invitación.
Internet ¿perjudicial?
Entonces, ¿dónde está el límite en el uso de internet en materia de salud? ¿Cuándo es beneficioso y perjudicial? El doctor José Carlos Fuertes Rocañín hablaba al presentar el estudio de Pfizer de "hipocondriacos exacerbados al investigar su patología online". Pero, bien usada, la red puede servir para una mejor interacción o reducirla burocracia.
Así lo sostiene Juan José Sánchez, presidente del Colegio de Médicos de Málaga: "Siempre que se utilice como complemento y no como sustituta del médico, no hay problema en tener un paciente bien informado". Lo mismo sostiene Juan Manuel Garrote, presidente del Colegio de Médicos de Segovia: "Otra cosa es cuando el paciente intenta examinarte: 'He encontrado esto en internet y usted no lo sabe...', o cuando pide un tratamiento que sólo se aplica en un centro, o en fase de investigación".
Por lo demás, Garrote aconseja "acudir a cualquiera de los 400.000 sanitarios que hay en España, entre médicos y enfermeras, con las dudas que surjan". Porque, a su juicio, "el exceso de información desinforma, y sólo el profesional puede orientar sobre qué parte de lo que se lee es cierta y cuál pretende asustar o hacer consumir determinado producto".
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