Ironía del destino, la industria farmacéutica se está volviendo tóxica incluso para aquellos que hasta ahora la habían sostenido (y a la que supieron sacarle provecho). De la misma manera que ningún político con algo de sentido común buscaría exponerse junto a un banquero de Goldman Sachs, quién podría querer mostrarse al lado de Servier en Francia? (ayuda memoria: en 2009, Sarkozy lo condecora con la Gran Cruz de la Legión de Honor). Y entonces… sin apoyo (ni conspiración, ni corrupción) se volverá evidente que muchos medicamentos son in fine poco o nada efectivos, como lo señalaba en agosto 2010 LMOUS, retomando un artículo americano.
Tampoco olvidemos el informe del IGAS de enero 2011 (cf. también el artículo “Mediator : le rapport de l'IGAS accable Servier et le système de santé français”), una denuncia del funcionamiento del sistema médico. Dicho informe confirma todas nuestras sospechas: que y que los procedimientos están concebidos“la duda beneficia siempre a las firmas en desmedro de los pacientes y de la salud pública” “como una suerte de derecho que tendría la industria farmacéutica para comercializar sus productos, independientemente de las necesidades del mercado y sin importar si sus productos obedecen o no al interés de la salud pública”. Una denuncia como esta, no habría sido posible, en mi opinión, hace tan sólo un año, y muestra una vez más que el sistema en su totalidad está siendo puesto violentamente en tela de juicio.
Todos estos acontecimientos se combinan con una crisis en el interior de la propia industria farmacéutica, caracterizada,
- primeramente por la ausencia de nuevas moléculas capaces de alimentar el Moloch;
- en segundo lugar, por la presencia de medicamentos genéricos y nuevos actores que crecen en importancia (sobre todo en India y en China);
- y, en tercer lugar, por el “descubrimiento” de que los medicamentos son eficaces sólo en ciertos grupos humanos y no en el conjunto de la población, lo cual implicaría una reducción importante del mercado potencial de 6 millones de personas (con un costo al desarrollo científico que se mantendría constante, del orden de los 1000 millones de euros por medicamento en 10 años).
Todo esto producirá extraordinarias pérdidas en los próximos años (principalmente por la desaparición de las patentes) para los grandes grupos.
Ante esta situación y sin pérdida de tiempo, los grandes grupos intentan reestructurarse.
- Un cambio importante lo constituye la modificación de sus estrategias de desarrollo de medicamentos (para no entrar demasiado en detalles: se elimina la investigación, que es remplazada por una política de compras).
- Otro de los caminos emprendidos es la diversificación en otros sectores de la salud, como, por ejemplo, SANOFI
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