Papier d´Armenie |
El químico francés Auguste Ponsot descubrió durante un viaje a Armenia a finales del siglo XIX que allí perfumaban los espacios interiores quemando resina de benjuí, una planta de la familia de las estiracáceas originaria de regiones templadas y subtropicales.
Atraído por su uso como ambientador –y también desinfectante–, Ponsot decidió llevar el producto a su país y asociarse con el farmacéutico Henri Rivier, quien se había percatado de que disolviéndolo en alcohol a 90 grados conseguía un olor persistente. Si a esa solución se le añadía perfume, el resultado era una combinación aromática agradable, similar a la de la combustión del incienso.
La pareja de emprendedores buscó un soporte en el que verter la mezcla y lo encontró en el papel secante.
Era 1885 y nacía Papier d’Arménie.
«Es un producto bueno, que funciona y no es caro. Antes de la I Guerra Mundial se llegó a usar mucho en los hospitales [el bálsamo de benjuí servía para tratar el asma, la tos y la ronquera]. Ahora los mejores clientes, al menos en Francia, son jóvenes. Lo emplean para hacer desaparecer el olor a tabaco», explica Schvartz en su despacho.
El papel aromatizado se quema en salas de estar, en cocinas, en aseos... Incluso algunas revistas de pesca lo recomiendan.
¿Le molesta que haya pasado a tener un uso poco glamouroso?
Laissez brûler
Les p'tits papiers
Papier de riz
Où d'Arménie
Qu'un soir ils puiss'nt
Papier maïs
Vous réchauffer
No exagera: el legendario Serge Gainsbourg convirtió los papiers en fetiche pop al dedicarles una canción a mediados de los 60.
Con todo, ha sido el creciente interés por lo ecológico en Francia lo que ha hecho que muchos consumidores prefieran coger una cerilla y quemar un trozo de papel a encender una vela o desprecintar un ambientador industrial. (Más)
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