

A las sesiones de Pharma, conocidas como Flower Power, la gente llega disfrazada de los sesenta para escuchar a Boney M, grupo aún capaz de animar a una abuela y a una nieta a bailar juntas en la plaza de un pueblo sin morir de vergüenza. Toda la iconografía floreada se despliega en una isla que fue reducto de ese hippismo que ahora se reduce a caricatura, con pelucas, cintas en el pelo, petos acampanados y estampados psicodélicos; como apunta un veterano veraneante de la isla: "El rito sin el mito".
DJ Pharma es un espectáculo en sí mismo y verle bailar sobre el escenario, una inyección de alegría para el alma cuya fórmula consiste en una mezcla básica de ritmos simples y mucho, muchísimo desparpajo.
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