Novartis lleva unos años en un proceso profundo de reestructuración del negocio para adaptarse al futuro. Tras perder peso en algunas áreas terapéuticas y llevar a cabo un extenso ERE que afectó tanto a España como a las filiales del resto del mundo, ahora la farmacéutica helvética también ha puesto el foco en sustituir la alta dirección de la compañía.
El nombre propio del próximo presidente ya está sobre la mesa y su nombre es Giovanni Caforio, un viejo conocido en la industria farmacéutica y reconocido por su labor al frente de Bristol Myers Squibb.
Corría el tres de enero del año 2019 cuando el sector se despertó aquel día con una de las adquisiciones más sonadas. BMS se hacía con el control de la firma de oncología Celgene, famosa por su superventas Revlimid además de otras moléculas, por 74.000 millones de euros. Aquella operación la dirigió Caforio, que tuvo buen ojo a tenor de los resultados posteriores del medicamento. En 2021 ya facturaba 12.100 millones de dólares a nivel mundial y se convertía en la molécula más rentable del gigante estadounidense.
Aquella operación, además de la transformación que llevó a cabo en las áreas terapéuticas de BMS, encumbró en el sector farmacéutico a Caforio. Ahora, las miradas del ejecutivo se han dirigido hacia Novartis y se presentará a la elección de presidente de la compañía en la junta de accionistas que se celebrará en 2025. Todo apunta a que dentro de un año se coronará como nuevo rey de la compañía suiza.
El ejecutivo tendrá que afrontar una tarea en Novartis muy parecida a la que hizo en BMS, con la salvedad de que gran parte de los ajustes ya están hechos.
La firma helvética ha decidido centrarse en dos áreas terapéuticas principalmente y las apuestas vendrán siempre desde ese segmento. Una de ellas es la oncología y aquí la farmacéutica tiene dos divisiones principales: la medicina nuclear, con Pluvicto como fármaco principal para el tratamiento de algunos tumores, y las CAR-T, con Kimriah como exponente. La apuesta por la primera de las áreas, además, atañe de especial forma a España, ya que existen diversas fábricas que se dedican al desarrollo de esta técnica.
La otra área es la cardiovascular, donde medicamentos como Entresto son el presente pero donde la gran apuesta de la compañía es Leqvio, por el que pagó más de 2.000 millones de euros. En los últimos meses, la compañía ha hecho en diversas ocasiones hincapié en la necesidad de pilotar el área sobre este medicamento y, de hecho, negoció duramente con el Ministerio de Sanidad hasta que consiguió financiación pública en septiembre del curso anterior.
Bajo este paraguas de negocio llegará Caforio a la cúpula de una de las dos principales farmacéuticas suizas (junto a Roche). Un esquema de negocio simplificado en comparación con la estructura anterior de Novartis, una plantilla ajustada a las nuevas necesidades y dos años después de desprenderse de su filial de genéricos, Sandoz.
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