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AFP 10 de agosto 2018
Un jurado de San Francisco (EE. UU.) ordenó este viernes al gigante agroindustrial Monsanto pagar a un granjero casi 289 millones de dólares en daños por no advertir que el glifosato que contenían sus herbicidas era cancerígeno.
El grupo encontró que la compañía -que prometió que apelará- actuó con "malicia" y que su herbicida Roundup, y su versión profesional RangerPro, contribuyeron "sustancialmente" a la enfermedad terminal de Dewayne Johnson.
Tras ocho semanas en corte, el jurado ordenó a la compañía a pagar 250 millones en daños punitivos con daños compensatorios y otros costos, llevando el total a casi 290 millones de dólares.
A sus 46 años, Johnson sufre de un linfoma incurable no hodgkiniano, que él atribuye al hecho de haber rociado, durante su trabajo en una escuela entre 2012 y 2014, con RoundUp y RangerPro.
Es la primera vez que Monsanto, adquirido por la alemana Bayer, se encuentra sobre el banquillo de los acusados por los potenciales efectos cancerígenos de estos productos que contienen glifosato, una controvertida sustancia. Y expertos coinciden que el veredicto puede abrir la puerta a centenares de nuevas demandas.
El caso se basó en las conclusiones del Centro Internacional de Investigación del Cáncer, un organismo de la OMS, que desde 2015 catalogó al glifosato como "probablemente cancerígeno". Monsanto siempre negó cualquier conexión entre el cáncer y el glifosato. (Ver)
¿Qué pasaría si siguiéramos la lógica judicial de la reciente sentencia del glifosato?
Pues que los afectados por ciertos tipos de cáncer podrían ir a los tribunales exigiendo responsabilidades legales a multitud de empresas por no advertir correctamente del riesgo de sus productos, también incluidos en el grupo 2A.
Así, por ejemplo, podríamos denunciar a las freidoras, porque se producen moléculas sospechosas de producir cáncer, como la acrilamida, al freír el aceite a elevadas temperaturas. A su vez, los peluqueros podrían denunciar a las empresas productoras de ciertos tipos de tintes de pelo, pues contienen compuestos también sospechosos de inducir cáncer. También podríamos denunciar a las empresas que nos venden carne roja, jamón, chorizo y otro tipo de embutidos, pues se sospecha que su consumo se asocia con ciertos tipos de cáncer. Si tienen un trabajo que implica un cambio de turnos frecuente, sepan que también podrían denunciar a su empleador, pues se sospecha que trastocar los ritmos circadianos incrementa el riesgo de cáncer. Incluso si son bebedores de mate caliente, también podrían tener la ocasión de denunciar a las empresas que lo venden, pues se sospecha que es también un probable carcinógeno...
Ah, como pueden ver, cuando el sentido común desaparece de la justicia, las posibilidades de juicios interminables son infinitas. Eso, o habrá que empezar a poner etiquetas y avisos por doquier alertando sobre cualquier posible peligro sanitario... para curarse en salud y prevenir amenazas multimillonarias.
Tomé "prestado" de Zona Crítica/Esther Samper (amiga)
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