¿Y qué concluir de todo esto?
No se trata de demonizar a la industria ni a los médicos, sino de describir un estado de cosas. De tener conocimiento, que es la primera condición del poder. Y, como psiquiatras y profesionales de la salud mental, debemos recuperar el poder sobre nuestro trabajo.
Creemos que otra Psiquiatría puede ser posible y, sin duda, que es necesaria.
Y si tal Psiquiatría es posible, debemos intentar hacerla real.
No se trata de demonizar a la industria ni a los médicos, sino de describir un estado de cosas. De tener conocimiento, que es la primera condición del poder. Y, como psiquiatras y profesionales de la salud mental, debemos recuperar el poder sobre nuestro trabajo.
Creemos que otra Psiquiatría puede ser posible y, sin duda, que es necesaria.
_Una Psiquiatría
que se dedique al estudio de su objeto (la mente, la conducta, la locura o como
queramos llamarlo...) sin injerencias de intereses comerciales que sesguen
nuestra información.
_ Una Psiquiatría
capaz de ponerse límites a sí misma y no pretender tratarlo todo, sabiendo
que la
normalidad, en la consulta psiquiátrica, muchas veces
no mejora sino
se cronifica, y que si tratas a alguien sano como un enfermo, lo más
probable es que acabe viéndose, sintiéndose
y comportándose como
un enfermo.
_Una Psiquiatría que se centre, sobre todo, en el
loco y el enfermo, en su sufrimiento, y deje a los cuerdos y
sanos luchar por
su felicidad sin
falsos remedios.
_Una Psiquiatría
que emplee sus tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos cuando
estén indicados y de la forma adecuada, con información científica no sesgada.
_ Una Psiquiatría
que no colabore en arruinar un sistema público de salud que debe ser
sostenible, porque de ello depende nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Y si tal Psiquiatría es posible, debemos intentar hacerla real.
En línea con plataformas como No Gracias, los autores hemos decidido cortar nuestros vínculos con la industria farmacéutica.
Hemos hecho estudios para ellos y cobrado por ellos (ahora la última tendencia es que, además de pagarte por recoger unos datos, te ponen de autor corporativo, con lo que acabarán decidiendo también nuestro currículum y quién ocupa o no una plaza en la sanidad pública), hemos viajado a congresos y jornadas diversas, hemos ido a múltiples comidas y cenas “de trabajo”... Todo ello en el convencimiento de que tal conducta no afectaba a nuestra prescripción, que éramos capaces, pese a ello, de mantener la independencia.
Pero descubrimos que no era así. Descubrimos que nos costaba prescribir un genérico, que nos era difícil no recetar la última molécula presentada... Y no pretendemos hacer apología de nuestra posición. No conocemos psiquiatras corruptos que indiquen tal fármaco a cambio de tal recompensa. Y creemos que puede haber compañeros que sean capaces de mantener su independencia a pesar de ese contacto con la industria, pero nosotros no pudimos mantenerla, y ahora queremos recuperarla.
Cortamos lazos con la industria porque también, y es parte de la trampa, sus incentivos te acostumbran a un nivel de vida por encima del que el sueldo de nuestra profesión, en este país, debería permitirnos: viajes al extranjero todos los años, hoteles de cuatro y cinco estrellas, comidas y cenas en buenos restaurantes, libros gratis... Y cuesta renunciar a ello pero, en nuestro caso, lo hacemos.
Hemos estado en la trinchera y, lógicamente, no hemos podido evitar mancharnos de barro, así que nos salimos.
Pero creemos que la solución no está sólo en manos de los profesionales.
_La solución pasa por las administraciones públicas, que deberían responsabilizarse de la investigación y la formación, hasta ahora abandonadas en manos de la industria, así como fijarse en qué fármacos el sistema público debe financiar y cuáles no, por no aportar nada nuevo.
_La solución pasa por las asociaciones profesionales, que deberían fijar precios para sus actos científicos que no obligaran a un patrocinio.
_La solución pasa
por las direcciones
de los centros
públicos en que
trabajamos, que deberían limitar y controlar (¿prohibir?) el acceso de
visitadores médicos.
_Y, por supuesto, la solución pasa por cada psiquiatra y cada profesional, que debería, deberíamos, reflexionar sobre nuestras teorías y nuestras prácticas, parándonos a pensar qué tipo de Psiquiatría queremos.
_Y, por supuesto, la solución pasa por cada psiquiatra y cada profesional, que debería, deberíamos, reflexionar sobre nuestras teorías y nuestras prácticas, parándonos a pensar qué tipo de Psiquiatría queremos.
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