domingo, 16 de julio de 2017

Fallece José Luis Cuevas el "Gato Macho" de la plástica mexicana



Su intención inicial era mostrar la angustia y la soledad del hombre y eligió para ello las escenas que encontró en hospitales y prostíbulos; sus modelos fueron y siguen siendo la prostituta, el pordiosero, el loco y el enfermo. 
A pesar de la recurrencia de los temas, de Cuevas se puede decir que en su obra existen diferentes variantes protagonizados por seres deformes, bellas imágenes de personajes casi monstruosos. (Más)




Algunas vez este país fue una tierra de grandes dinosaurios. 

Y no precisamente de Ecatepec, donde se encontró un vestigio de estos míticos animales. 

Hablo de otra clase de dinosaurios, de seres extraordinarios que con sus obras dieron fama y gloria en el mundo a México, donde hoy está clase de figuras se encuentran en franca extinción y su lugar es ocupado por una legión de antihéroes que el cine, la televisión, los periódicos y los llamados nuevos medios de comunicación exaltan hoy como sus nuevos ídolos. 

 Con la muerte de José Luis Cuevas el día de ayer, muere también una parte de ese México que en el Siglo XX habitaron verdaderos titanes de arte, la literatura y la cultura en nuestro país; gente de alto calibre como Alfonso Reyes, Daniel Cossío Villegas, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y una pléyade de grandes figuras. 

En el ámbito de la pintura: Orozco, Rivera, Siqueiros, Frida Khalo y Rufino Tamayo, de gran renombre internacional todavía hoy en el mundo. 

A esta camada de enormes protagonistas del siglo XX en México perteneció José Luis Cuevas, dibujante, grabador y artista plástico mexicano que murió ayer a los 83 años de edad. 



Cuevas fue un artista visionario y precoz. 

Antes de los 10 años de edad descubrió su vocación artística; a los 14 realizó su primera exposición, donde ya destaca por su extraordinaria facilidad de línea en el dibujo; y a los 23 años, cuando ya era reconocido por la crítica, decretó la muerte del Muralismo y la Escuela Mexicana de Pintura, inventados años atrás por José Vasconcelos para sacralizar el México Revolucionario. 

Así, fue artífice de la llamada Generación de la Ruptura y como tal, en su ensayo intitulado “La Cortina de Nopal” cuestionó severamente la temática nacionalista, izquierdista y revolucionaria de los muralistas por considerarla ya agotada, y pugnó por un arte cosmopolita, neofigurativo y apolítico en sus obras. 

 Cuevas colaboró en diversas publicaciones y escribió e ilustró varios libros.

De la biblioteca #CasaMaza

Sin duda, puede afirmarse que su biografía quedó plasmada en su abundante obra artística, así como en los “Cuevarios” que escribiera durante años para “El Búho”, suplemento cultural de Excélsior, o en libros de memorias como el de “Cuevas antes de Cuevas”, en donde, entre otras cosas, podemos constatar que toda su vida este artista fue un hombre hiperactivo, irreverente, polémico, contestatario, vanidoso, egocentrista, mitómano y enamoradizo, pero sobre todo de talento y curiosidad inagotables, un artista de gran cultura, reconocido nacional e internacionalmente, que amaba hablar de sí mismo, autorretratarse, autofotografiarse, dibujar monstruos y dar vida a esculturas y multitud de obras a la vez horribles y fascinantes. Prostitutas, locos y enfermos son personajes deformados de sus dibujos.



Gracias a su hermano, 
quien era médico psiquiatra de La Castañeda, 
Cuevas logró acceder a éste psiquiátrico 
para retratar los rostros de los pacientes, 
quienes con locura y dolor 
lo inspiraron para una etapa 
en la que Cuevas se transformó 
en un artista oscuro 
que algunos califican como grotesco.


En uno de sus “Cuevarios” afirma que no sabía llorar y que, por esa razón, se hizo un autorretrato con una lágrima en la mejilla; “la única lágrima – puntualizó – que derramé en mi vida”. 

 Muchas de las cosas que dijo Cuevas tal vez jamás sucedieron, pero Cuevas era un encantador de serpientes por su gran elocuencia y todo se le creía.



Hoy, sin embargo, yo no puedo creer que esté muerto. Seguro se trata de otra de sus balandronadas. 

Aunque la realidad sea otra y su muerte sólo resulte un signo más de lo que hoy es este pobre “México negro querido” que con su muerte se está quedando sus valiosos dinosaurios de nuestra cultura.(Más)

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