domingo, 25 de junio de 2017

Las trampas del liberalismo farmacopornográfico /Enrique Gavilán


La salida al mercado de productos que motivan intensas campañas de promoción son a menudo un motor de construcción de modelos sociales de comportamiento. El empuje de la Viagra y la interminable saga de fármacos del mercado biomédico del sexo, ha contribuído notablemente a modelar la subjetividad colectiva en torno a la sexualidad.

El ideal del sexo que promueven las campañas promocionales de fármacos como Cialis, Uprima, Testogel y Priligy, apuntalada por el auge del porno, presenta unas características muy definidas: 

  1. -El sexo solo se adquiere vía penetración. Esta aseveración tiene su fiel antecedente en la terminología de los electricistas de los cables “machos” y “hembras”. No se entiende el uno sin la otra. 
  2. -Existe obligatoriedad a alcanzar orgasmos. Los orgasmos no son espirituales, sino eyaculatorios. 
  3. -La erección es un fenómeno que hay que preservar plenamente a cualquier coste y en cualquier situación. Debe ser duradera, alcanzarse en plena armonía con las órdenes cerebrales y con unos estándares de dureza y pureza definidos. 
  4. -La eyaculación se debe alcanzar “en el momento justo”: ni antes ni después. Para definir ese momento justo asumimos que el retardo eyaculatorio presenta una distribución normal en la población y consideramos que la media más menos una desviación estándar es donde se sitúa ese instante glorioso. http://www.enelmomentojusto.es/
  5. -La imagen que se constituye como patrón oro del sexo ortodoxo es la parejita heterosexual. Cualquier variante posible sólo podrá ser fruto de la imaginación de cada cual. 
  6. -El sexo no entiende de edades. Aunque el referente eterno sea el joven bello pero sin vello, el superanciano sempiternamente empalmado es el futuro. 
  7. -En este arquetipo imperativo, el dominio es masculino. Las fantasías de las mujeres están subordinadas a los deseos varoniles.



La consecución y perpetuación del sexo dentro de estos parámetros obliga necesariamente (no me cabe en la cabeza otra opción, lo siento) al consumo de productos de las industrias farmacéutica y pornográfica. Son, en palabras de la peculiar filósofa burgalesa Beatriz Preciado, las trampas del liberalismo farmacopornográfico. [Yo mismo me creería este discurso tan impecable que acabo de soltar. De no ser porque vídeos como éste me hacen dudar…]





Tomé "prestado" de 
"Las trampas del liberalismo farmacopornográfico"/Enrique Gavilán (amigo) 
NO gracias11 Enero 2016  

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