jueves, 12 de octubre de 2017

La Virgen del Pilar y el "cojo de Calanda".

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Entrando en la iglesia de Calanda hay una capilla dedicada a “el milagro de los milagros”, como se le llama en la tierra de España, y es conmemorado por una placa cerca de la misma capilla: 





En este mismo lugar y por la intercesión de la Santísima Virgen Pilar, fue devuelta a su devoto Miguel Juan Pellicer la pierna que hace mucho tiempo había sido amputada”. 





Calanda es una pequeña ciudad de Teruel, Aragón.

MIGUEL JUAN PELLICER

Miguel Juan Pellicer Blazco fue bautizado en Calanda el día 25 de marzo 1617, fiesta de la Anunciación de María. En segundo de 8 hermanos y hermanas, Juan Miguel nació de padres campesinos pobres, pero buenos cristianos. 





Con un poco de cultura – parece haber superado el analfabetismo – fue instruido en los contenidos fundamentales de la fe católica por las lecciones del párroco de Calanda, manteniendo una fe humilde con una profunda devoción a María, rezando a la Virgen del Pilar que, según la tradición popular, había sido invocada por el pueblo de Calanda en el siglo IX y habría salvado al pueblo de ser saqueado por un jefe de una feroz banda islámica.Desde entonces, Calanda habría reconocido en la Virgen del Pilar a su protectora.

Era un rapaz de pocos años cuando un perro le mordió en la pierna derecha. Afortunadamente no fue grave, pero le quedó una cicatriz, que tendrá gran importancia en la historia que vamos a relatar.

Cuando el muchacho cumplió 20 años decide irse a Castellón, a trabajar con su tío materno, Jaime, quien, a pesar de ser también agricultor, cuenta con una posición más desahogada. Sus padres se oponen a que se marche, pues no tienen más hijo varón y lo necesitan en las tareas del campo, pero él desoye sus ruegos y súplicas y los abandona.

EL ACCIDENTE Y LE CORTAN LA PIERNA

A finales de Julio, Miguel Juan conduce un carro de trigo tirado por mulas. Él va montado sobre una de ellas; el camino es largo y monótono, con el traqueteo la somnolencia se apodera del joven que se cae de la caballería y el carro le pasa por encima, agarrándole una rueda la pierna derecha, justo por debajo de la rodilla. La herida es gravísima. Su tío lo lleva sin tardanza al hospital de Valencia, a 50 kms. de distancia. Allí ingresó el día 3 de Agosto de 1617. Pero no mejora, y la pierna cada vez tiene peor aspecto.

En vista de ello, Miguel Juan pide que lo envíen al famoso hospital de Zaragoza, uno de los mejores de la época, lo que le fue concedido por los regidores del hospital, remitiéndole allí con pasaporte, “de lugar en lugar, por caridad y de limosna”.


Sería penoso el viaje, 320 kms., de tal manera que hasta primeros de Octubre no llegó a Zaragoza, febril y con la pierna ya gangrenada. A pesar de eso quiso ir primero a la Virgen del Pilar, donde confesó y comulgó. 

Ya en el hospital, viendo que no hay solución y que peligra su vida, el licenciado Juan de Estanga, después de consultar con el maestro Millaruelo, decide cortarle la pierna “cuatro dedos por debajo de la rodilla”. Se la serraron sin más anestesia que la entonces conocida: una bebida bien cargada de alcohol.

El miembro amputado se puso en una caja de madera y fue enterrado en un área especial del cementerio del hospital, de acuerdo con la práctica en boga de máximo respeto, en vista de la resurrección del cuerpo. (Más)

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