domingo, 1 de mayo de 2016

Terapias de los sentidos: La risa (no la de Johann Schneider-Ammann, Presidente de Suiza)

"La risa es buena para la salud. 
Al igual que yo, 
supongo que ustedes también 
han tenido alguna 
vez esta experiencia” 

Los esfuerzos del presidente suizo por ensalzar la risa 
R. Carrizo Couto | Ginebra El País 26 marzo 2016 

Los suizos son reconocidos por muchas virtudes, entre las que no se suele incluir el sentido del humor. Pero estos días la palma de la falta de gracia se la lleva el presidente de la Confederación, Johann Schneider-Ammann. Un discurso suyo en francés se ha convertido en fenómeno viral, causando risotadas desde París a Washington. ¿Pero qué ha hecho para convertirse en involuntario protagonista de un sainete mediático? 

 

Pues el político hacía la tradicional alocución del Día de los Enfermos y reflexionaba acerca del valor de la risa como terapia. Hasta aquí, todo normal. Pero lo hilarante es la contradicción entre palabras y gestos: un semblante severo y un tono dramático a los que se sumaba un fondo elegido con escaso gusto. Todo sin la más mínima sombra de una sonrisa. 

Pero la frase que provocó más carcajadas fue: “La risa es buena para la salud. Al igual que yo, supongo que ustedes también han tenido alguna vez esta experiencia”. O sea, que Schneider-Ammann confiesa que ha reído, y espera que sus conciudadanos hayan gozado igualmente de dicha vivencia. 

Un enterrador hubiera sido más alegre”, comentó un humorista local, mientras que otro comediante dijo: “Me retiro del oficio. No puedo competir con esto”. En Estados Unidos, el presentador John Oliver dijo que el presidente suizo “tenía la misma expresión de un maestro de escuela que debe anunciar a un niño que su hámster ha muerto aplastado”. 

Aunque no todo es broma. La hilaridad general no ha hecho mucha gracia en los cantones de habla alemana, que no aprecian la burla acerca de los esfuerzos del presidente por hablar la lengua minoritaria: el francés. Y es que al final parecen ser todos los suizos los que terminan por no disfrutar demasiado al ser objeto de las risas internacionales. 

Una editorialista ginebrina comentó: “A ojos del mundo, todos los suizos somos Schneider-Ammann, pues nos perciben como seres soporíficos, provincianos, e incapaces de comunicar”. (Ver)

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